martes, 2 de agosto de 2011

Su niñez no ha terminado



"La experiencia nos ha enseñado que sólo tenemos una arma duradera en nuestra lucha contra la enfermedad mental: el descubrimiento y la aceptación emocional de la verdad en el individuo y la singular historia de su niñez."
Alice Miller psicóloga

Un gran numero de personas ve el pasado como algo que ya pasó. Que necesita olvidarse y ser abandonado. Pero, ¿verdad que no es nada fácil?.  Aunque mirar atrás parezca complacencia propia y una pérdida de tiempo, nuestra historia personal a menudo requiere ser examinada y controlada para poder disfrutar de nuestro presente.

 En su libro Understanding Your Past—the Key to Your Future (Entender tu pasado, la clave para tu futuro), el Dr. Cecil Osborne escribe: 
«Los sentimientos no envejecen. Los sentimientos sobre los eventos pasados están con nosotros ahora… El tiempo no disminuye los traumas de la niñez… No se erosionan ni desaparecen.»

En su libro Your Inner Child of the Past (Tu niño interior del pasado), W. H. Missildine declara: 
«Tienes que aprender a reconocer tus sentimientos y tus anhelos infantiles como importantes, que merecen respeto, y aprender a separarlos de tus sentimientos como adulto.»
Si continuamos llevando aquellos sentimientos como adultos, muchas veces experimentaremos frustración, ansiedad y desesperación.
La mayoría de los libros de psicología hablan acerca de la importancia de las experiencias de la niñez. Sugieren que comenzamos la vida con la necesidades normales de amor, atención y afirmación. Estas son necesidades apropiadas, ancestrales y normales, que en la infancia hace que nos sintamos como el centro del universo. Según esta teoría, si son adecuadamente satisfechas estas necesidades, podemos movernos hacia la vida adulta con la capacidad de abandonar o dejar esta tendencia de ser el centro del universo y podremos vivir de una manera saludable como personas maduras que pueden dar y recibir.

Sin embargo, si estas necesidades no son satisfechas, se cree que las llevaremos hasta nuestra adultez con una gran cantidad de dolor, ira y vergüenza, convirtiéndonos así en adultos lisiados emocionalmente.
Además, estos libros sugieren que muchos de nosotros, en cierta medida, recibimos una atención inadecuada de parte de nuestros progenitores y, por tanto, fuimos afectados emocionalmente durante nuestra niñez. Este daño puede abarcar desde lo leve hasta lo muy severo, dependiendo de cuán pobremente fuimos nutridos emocionalmente por nuestros padres.
El daño pudo resultar de la indiferencia o ausencia paternal o maternal, o de sus esfuerzos por tratar de satisfacer sus necesidades de éxito y atención a través de nuestras vidas. En los casos extremos el daño fue causado por progenitores que abusaron sexual, verbal, física y emocionalmente de nosotros.
SUPRIMA EL FALSO YO
Una niñez destructiva deja a la criatura con el sentimiento de que no es aceptado y creyendo que sus propios sentimientos y su personalidad no están bien.
Esta falsa personalidad podría ser algo así como convertirse en una persona que pretende complacer a todo el mundo, un estudiante excelente, el payaso del grupo, o una interminable cantidad de máscaras que mantienen su verdadero yo escondido. 
Si no recibe ayuda para confrontar este problema, el niño llega a la vida adulta con algún tipo de máscara para esconder su verdadera personalidad. Como adultos, estos enmascarados pueden tener mucho éxito ante los demás, pero en su interior, por lo general, sienten tremenda soledad, depresión, culpa, vergüenza, ansiedad y vacío. Despliegan una falsa personalidad, mientras están muriendo internamente.
Los libros de psicología acerca del niño interior también nos dicen que una vez que la verdadera personalidad del niño es afectada por sus padres, se pasará la vida buscando padres que le tomen seriamente y que le restituyan la salud. Se cree que esta necesidad de un progenitor es inconsciente en gran medida y que puede manifestarse en forma variada como, por ejemplo, cuando espera que su jefe en el trabajo sea una figura paternal o que su cónyuge satisfaga todas sus necesidades personales.
Lo que estos puntos de vista implican acerca de la niñez es que cada persona debe confrontar lo que pasó durante ese periodo de tiempo y comprender por qué sucedió. Si una persona confronta la verdad acerca de su niñez (no importa cuán dolorosa pueda ser) el daño interior podría ser sanado y alcanzaría quizá una verdadera vida adulta.
Por ejemplo, si una mujer puede confrontar el hecho de que sus padres no la amaban porque eran incapaces de hacerlo (debido a sus propios problemas emocionales), entonces puede avanzar en el proceso de resolver sus sentimientos de vergüenza y enojo. Puede comenzar a comprender que no era la razón por la cual no había amor. Puede dejar de agonizar sobre ese hecho y de culparse por algo que no podía controlar. Hasta puede perdonar a sus padres en vez de nutrir profundos sentimientos de amargura y resentimiento que sólo continuarán arruinando su existencia.
Como dijera Dale Carnegie:  "Nuestro odio no les está afectando en manera alguna, pero está convirtiendo nuestras noches y nuestros días en un endemoniado torbellino".

Por lo que he visto, muchos de nosotros somos niños adultos que andamos con una tremenda carga de dolor, desilusión e ira del pasado. Síntomas tales como la depresión, los desordenes alimenticios, los problemas de adicción, los berrinches, la ansiedad, la tensión, la intensidad excesiva y hasta los matrimonios malogrados, frecuentemente son evidencia de que el pasado todavía está vivo dentro de nosotros.


Mientras no confrontemos la verdad acerca de nuestro pasado, continuaremos corriendo el riesgo de permanecer como niños adultos, escondiéndonos tras nuestras máscaras, a pesar de que cronológicamente seamos tan viejos como para que se nos llame adultos, pero sintiéndonos como niños por dentro.

Resumen del capitulo 10 del libro:
Ilustración de IVANESKY

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