jueves, 27 de octubre de 2011

El perdón



La película "La Misión" (1986) es un buen ejemplo del proceso del perdón hacia uno mismo y los otros. Es una historia conmovedora sobre la realidad de lo mejor y de lo peor de la naturaleza humana. El diálogo entre P. Gabriel (interpretado por Jeremy Irons) y Rodrigo Mendoza (interpretado por Robert de Niro), la escenas del camino de penitencia que asume Mendoza/De Niro hasta la misión de San Carlos, cuya cima significará el fin de la penitencia y el inicio de una vida nueva (esa escena en que De Niro, una vez llega arriba, rompe a llorar, desprendiéndose de esa carga tan pesada que era a la vez la representación de toda esa carga emocional que torturaba la psicología de este personaje y la libertad de todo pecado) y por supuesto ese final (solo encontrara la liberación interior en lo alto de la catarata, al ser cortada la cuerda que le ataba a su angustiosa carga de culpabilidad y verguenza, sintiendose perdonado). Soberbia y emotiva escena a más no poder, conteniendo en sus imágenes gran fuerza dramática.
¿ Que es el perdón ?
A lo largo de nuestra vida experimentamos muchas situaciones que nos resultan dolorosas, sufrimos estrés, injusticias, abusos, agravios, nos hemos sentido injustamente tratados y hemos sentido dolor. Todas estas experiencias forman parte de nuestra vida y en ocasiones suponen unas fuertes ataduras que nos privan continuar libremente porque nos mantienen sujetos a miedos y resentimientos.
El único modo para conseguir liberarnos de estas ataduras del pasado y mantener una vida más saludable es aprender a perdonar a los otros y a nosotros mismos, de no ser así cada vez que volvemos a experimentar una situación que nos genera estrés, dolor, injusticia o frustración, resurge el resentimiento, es decir, volvemos a sentir del mismo modo que lo hicimos en el pasado.
Ese estrés encerrado y la tensión que resulta de él, puede producir serias inhibiciones de las defensas del cuerpo.
Uno de nuestros valores es vivir el momento presente, vivir libre de las ataduras del pasado, pero seguimos amarrados al pasado, cargando nuestras "cruces ilusorias" de rencor, de miedo y de culpa, sin darnos cuenta de que la solución esta a nuestro alcance y en nuestra mano, el perdón.
El perdón es una opción, una decisión que está a nuestra disposición.
¿Queréis ser felices un instante?... ¡Vengaos!
¿Queréis ser felices para siempre?...¡Perdonad!

LO QUE NO ES PERDONAR
Antes de pensar en perdonar, es imprescindible que nos desprendamos de las falsas ideas sobre el perdón:
Perdonar no es olvidar Muchas veces hemos oído frases como "olvidalo todo", "no puedo perdonarte, porque no puedo olvidar" El proceso del perdón exige una buena memoria y una conciencia lúcida de la ofensa, si no, no es posible curar nuestro corazón. Es un error pensar que la prueba del perdón es el olvido; todo lo contrario: el perdón ayuda a la memoria a sanar, con él, el recuerdo de la herida pierde fuerza.
Perdonar no significa negar. Cuando se recibe un golpe duro, una de las reacciones mas frecuentas es acorazarse contra el sufrimiento y contra las emociones que este provoca. Esta reacción defensiva a menudo adquiere la forma de una negación de la ofensa. Si persiste el reflejo de la defensa, la reacción puede llegar a ser patología. La persona afligida se sentirá estresada, interiormente helada sin saber exactamente lo que le pasa.
Cuando aceptamos nuestros sentimientos los asumimos y los exteriorizamos, es cuando realmente podemos liberarnos de los ataques enfermizos de ansiedad y culpa.
Perdonar requiere más que un acto de voluntad. El perdón más que un acto de voluntad es el resultado de un aprendizaje. Por supuesto, la voluntad ha de representar un papel importante, pero no realiza el trabajo del perdón por si sola. El perdón no evade el dolor.
Perdonar no puede ser una obligación. El perdón o es libre o no existe. Reducir el perdón, como cualquier otra práctica espiritual, a una obligación moral es contraproducente, porque al hacerlo, el perdón pierde su carácter gratuito y espontáneo.
Perdonar no significa sentirse como antes de la ofensa. Con frecuencia confundimos perdón con reconciliación, como si el acto de perdonar consistiese en establecer unas relaciones idénticas a las que teníamos antes de la ofensa. Por ejemplo, podemos perdonar a una persona ausente, muerta o incluso desconocida. Es evidente que en estos casos la reconciliación es imposible.
Es un error pensar que una vez concedido el perdón es posible relacionarse como antes con el ofensor; ¿Se puede recuperar los huevos después de haber hecho una tortilla?
Perdonar no exige renunciar a nuestros derechos. Señalamos aquí la relación entre la justicia y el perdón. Mientras que la justicia se ocupa de restablecer, sobre una base objetiva, los derechos de la persona perjudicada, el perdón responde en primer lugar a un acto de benevolencia gratuita, lo que no significa que al perdonar se renuncie a la aplicación de la justicia.
El perdón que no combate la injusticia, lejos de ser un signo de fortaleza y de valor, lo es de debilidad y de falsa tolerancia.
Perdonar al otro no significa disculparle "Le perdono, no es culpa suya" . Esta frase refleja otro concepto erróneo del perdón. Perdonar no significa ni equivale a disculpar al otro, es decir, descargarle de cualquier responsabilidad moral.
No faltan los pretextos para justificar esta postura; la influencia de herencia de la educación, de la cultura, de la religión, del ambiente ...En tal caso nadie sería responsable de sus actos, porque nadie gozaría de suficiente libertad.
Con frecuencia utilizamos esta excusa falsa para atenuar el sufrimiento. Estar en la creencia de que el ofensor no es responsable, es menos doloroso que soportar el saber que ha hecho daño con plena conciencia y con toda libertad.

Perdonar no puede ser una demostración de superioridad moral. Algunos perdones humillan más que liberan. A veces adoptamos una apariencia de magnanimidad para ocultar la profunda humillación que sentimos y protegernos de la vergüenza y el rechazo que nos invaden.
Tratamos pues de ocultar y camuflar esa humillación con la superioridad que nos proporciona la imagen de persona herida pero llena de generosidad.
El falso perdón, por el contrario, solo sirve para mantener una relación dominante-dominado.
El verdadero perdón de corazón tiene lugar en la humildad y abre el camino a una verdadera reconciliación con nosotros mismos. El verdadero perdón es un gesto de fortaleza interior porque se necesita mucha firmeza interior para reconocer y aceptar la propia vulnerabilidad y no tratar de camuflarla con aires de falsa magnanimidad.
"PERDONAR SIGNIFICA COMPRENDER"
"Dar el primer paso en el camino del perdón implica decidir no vengarse. No se trata de una decisión adoptada bajo el impulso regido por la necesidad, sino la voluntad de sanar y de crecer".

"EL ARTE DEL PERDÓN"
El perdón es una expresión del amor.
El perdón libera de ataduras que amargan el alma y enferman el cuerpo.
Muchos de nuestros intentos de perdón fracasan pues confundimos lo que es perdonar y nos resistimos ante la posibilidad de empequeñecer los eventos ocurridos u olvidados.
El perdón no es olvido, no es olvidar lo que ocurrió.
No significa excusar o justificar un determinado evento o mal comportamiento.
No es aceptar lo ocurrido con resignación.
No es negar el dolor.

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