jueves, 17 de febrero de 2011

ABUSO ESPIRITUAL




Tiene las características esenciales de los otros tipos de abuso, pero contiene algunas diferencias notables que lo hacen más peligroso. Puede ejercerse en forma individual o colectiva, a niños o adultos, de manera consciente o inconsciente, por individuos o sistemas religiosos, siempre con el agravante que se presenta como algo beneficioso para las victimas… y que “se hace en nombre de Dios”.

Se ha practicado en todas las épocas y culturas. En un estadio primitivo, fomentando supersticiones por hechiceros tribales que les daba poderes casi absolutos sobre las masas ignorantes.

Pero también en civilizaciones politeístas más avanzadas como la china, egipcia, hindú, babilónica, persa y hasta la greco-romana, los líderes religiosos, sacerdotes, gurús o incluso “dioses” (los Cesar-Kuryos) podían manejar situaciones según la conveniencia invocando sus orígenes divinos o al menos su cercanía a las divinidades, para provecho propio o para los gobernantes a quienes servían.

En las religiones monoteístas, judaísmo, cristianismo e islam, en principio, la preponderancia del líder está supeditada a la incuestionabilidad de los escritos sagrados, pero como la interpretación de estos, no siempre es sencilla, da suficiente margen a los “interpretes oficiales” para el ejercicio del poder personal, que como antes mencionamos, puede ejercerse de forma inconsciente, como mero engranaje del sistema religioso, o de forma intencionada por líderes de sectas, con ego hambriento, con el pretexto espiritual buscan su realización personal, reconocimiento social o incluso beneficios económicos.

No entraré en detalles sobre los abusos de la que a mi juicio fue primera gran secta, que elaboró su propio “libro sagrado”: el Corán, o una de las más recientes, con el “libro de Mormón”, solo destacaré que curiosamente ambas contemplan la poligamia como prerrogativa del “abusador autorizado”.

Me interesa más profundizar en el judaísmo, con la aparición de “falsos profetas” a los que se podía lapidar si se comprobaba su superchería.
Pero sobre todo, profetas auténticos, como Jeremías y Ezequiel, varios siglos antes de la venida del “buen pastor”, describen el dolor de Dios ante la cantidad de “pastores” que no son según su corazón, sino que ejercían abuso sobre el pueblo para su propio provecho.
Es el mismo Jesús, que denuncia el abuso espiritual de los escribas y los fariseos: imponían a los demás pesadas cargas… y ellos ni movían un dedo para ayudarles a llevarlas. Que contraste con Su invitación a los cargados, primero les da descanso… después les invita a compartir el yugo, llevando El la carga más pesada mi yugo es fácil y mi carga ligera! Lo que pase de ahí ¿es abuso espiritual?

También advierte a los suyos sobre el advenimiento de muchos abusadores intencionados, que vienen “vestidos de ovejas y son por dentro lobos rapaces”.

Vemos entre las cartas, sobre todo en Gálatas la denuncia de Pablo contra los “judaizantes” y también de otros apóstoles como Santiago, Pedro, Judas y Juan, poniendo éste último, palabras de Jesús sobre la necesidad de probar los apóstoles, ya que se levantarían cantidad de los que “dicen serlo… y no lo son”.
No pensemos que estas prácticas “judaizantes” de las que fueron objeto de abuso los gálatas y los corintios, pudieron llevarse a cabo por su condición de “niños espirituales”… ya que el mismo aguerrido Pablo, apóstol de la libertad cristiana, cayó en la trampa del sistema y de Jacobo (probablemente abusador inconsciente) y estuvo a punto de traicionar sus principios sometiéndose al rito de purificación… que hubiera consumado si el mismo Espíritu Santo no lo hubiese impedido.
Pero estas advertencias no bastaron para que pocos siglos después, la libertad cristiana sucumbiera bajo la esclavitud del cristianismo oficial, y eso llega hasta hoy.
El sistema impuso la figura del templo, la figura del clero jerarquizado y por supuesto la figura de la ley… Las mismas figuras que fueron clavadas en la cruz, para nuestra liberación, fueron “recuperadas” y adaptadas por el sistema… y eso es abuso espiritual.

Para mantener a flote toda esa ese despropósito, se necesitan recursos económicos y ahí tiene lugar la práctica del diezmo y las ofrendas, me dirán algunos (yo también lo enseñé así) que esto era anterior a la ley de Moisés, y que Abraham dio diezmos a Melquisedec… cierto, pero miremos el contexto, lo hizo solo una vez y no a un líder de una institución religiosa, sino a un ser espiritual, que ostentaba el mismo rango al que fuimos elevados todos los redimidos (Ap.1:5): Rey y Sacerdote del Altísimo, ¡Y QUE ACABABA DE BENDECIRLO! Este principio si es aplicable hoy! (El que es enseñado en la Palabra haga partícipe… al que lo instruye, Gal.6:6). Claro que siempre es una decisión del que da y no una exigencia del que recibe.
Ni hablar de la enseñanza coercitiva o imposición velada, citando a Malaquías... “me habéis robado”! Para el Diezmo, no hay sitio en El Nuevo Pacto, salvo que asumamos como válido el 5º mandamiento de la iglesia romana…”dar diezmos y primicias a la iglesia de Dios”.

No quiero entrar en detalles sobre las otras figuras, porque no es el objetivo de esta reflexión, solo que alrededor del “templo”, léase edificio, se canaliza alrededor del 80% de los recursos de tiempo y dinero de la comunidad “llamada afuera” para poder llevar a cabo La Gran Comisión de una manera totalmente sencilla y espontanea en el ámbito de la familia y allegados… es una forma aunque sea de “buena fe” de abuso espiritual.

Y en cuanto a la estructura de “Sacerdotes y Levitas”, en lo que se ha convertido hoy la enseñanza apostólica de Obispos y diáconos (siempre en plural y no para señorear sino para servir) es un despropósito que prive el ejercicio del sacerdocio universal del creyente y el funcionamiento de cada miembro del cuerpo de Cristo ejerciendo en la comunidad los dones espirituales con que cada uno a sido dotado… Eso es abuso espiritual

Para terminar con este bloque, de abusos del sistema, dejo para el final, sin pretender agotar el tema, el que se ejerce sobre la mujer, por el solo hecho de serlo, ahí interpretes de la “ley”, casualmente masculinos, que empezaron con algunos “padres” (nunca madres) de la iglesia, que pasando por Agustín, tuvieron su máximo exponente en Tomas de Aquino, ignorando que Cristo redimió a la mujer de la maldición de la caída y la elevó al mismo nivel que el varón y que el mismísimo Pablo (no él, pero inspirado por el Espíritu santo) sentenció: ¡EN CRISTO NO HAY VARÓN NI MUJER! Consiguieron marginarla hasta hoy, a tareas secundarias, citando textos casi siempre fuera de contexto… y eso también es abuso espiritual.

Pasamos ahora al ámbito familiar, en donde a veces el abuso del esposo a la esposa es inducido por los mismos líderes religiosos, en el púlpito, el confesionario o en consejería… con el pretexto de la supuesta primacía del varón como cabeza de familia. Aunque también puede ocurrir lo opuesto, aconsejando en nombre de la santidad que la mujer se abstenga del deber conyugal, salvo por causa de procreación.

También puede darse el caso en que el líder religioso, da tantas ocupaciones a los feligreses en “la obra de Dios” que no les queda tiempo para dedicar la atención necesaria a la familia… ello conlleva a los sabidos supuestos de “padre o madre ausente” que causan heridas profundas en la formación de los hijos con muy difícil reparación a lo largo de la vida.

Como indiqué antes, esto viene revestido con la aparente necesidad de poner las “cosas de Dios” por encima de las necesidades cotidianas, y a veces es la propia familia del líder religioso la que más sufre (me refiero en este caso a pastores protestantes)

Hay sectas católicas como el Opus Dei, que imponen cargas pesadas a sus tutelados. Recomendamos ver la película “Camino” que, basada en un hecho real, refleja el “modus operandi” del abuso y los abusadores. El abusador espiritual suele usar fuera de contexto, ya sea en primera persona, o a través de sus segundos incondicionales, frases demoledoras, tales como, “no te atrevas a cuestionar al UNGIDO de Dios”, esto surte un efecto intimidatorio que quita el derecho a réplica, y si alguien lo pone en duda, es raro que no tenga luego una “mala conciencia y se sienta condenado y merecedor del castigo divino”.

Muchas veces el perfil del abusador espiritual, está enmarcado en alguien que fue previamente abusado y simplemente absorbió patrones, pero tarde o temprano tiene que enfrentarse a la realidad del poder que está ejerciendo en nombre de Dios para manipular sentimientos y comportamientos de sus seguidores, ocupando en un sentido literal el lugar que solo a Dios corresponde, y distorsionado la figura del Padre Bondadoso a la de tirano implacable que siempre está demandando un mayor esfuerzo.

Esta puede ser la mayor lacra del abuso espiritual, empezando en la catequesis o la escuela dominical creando en el niño la amenaza de un Dios con su gran ojo triangular, vigilando constantemente el comportamiento, para castigarlo con enfermedades, desgracias personales y familiares y el fuego eterno. Es difícil que este niño, a lo largo de toda su vida pueda tener una relación fluida y cercana con el Dios de Amor.

Los resultados nefastos del abuso espiritual, abren heridas que condicionan las emociones y también el comportamiento hacia los “representantes” de Dios y lo que es peor, hacia la misma persona de Dios, alejando a la criatura del Creador.

Rebeldía, rechazo, ira contenida o expresada, son algunas de las manifestaciones, (resulta curioso comparar las blasfemias de pueblos como el español y el italiano, sobre todo, antes del concilio vaticano II, que apuntan sus ofensas directamente a Dios o la Virgen, con las de otros pueblos de tradición protestante en los que se daba a los feligreses mayor instrucción y libertad.)

Otro aspecto más sutil, es la incredulidad encubierta en un gran número de “creyentes”, que les impide conocer al Padre de una manera real y tener una relación cercana con El. (Aunque cumplan con sus preceptos religiosos).

¿Hay salida para el abuso espiritual? ¡Claro que si! … El Evangelio del Reino, y el Espíritu que nos guía a la Verdad, esa Verdad que nos hace libres y nos capacita para liberar a otros… para que no vuelvan a someterse al yugo de esclavitud.

Joel Iglesias Neira
Sexologo y fundador de Asociación Redime

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